jueves, 4 de junio de 2015

Tópicos de Madrid y los madrileños, ¿son ciertos?

Hoy, como en muchas ocasiones, "se me ha ido la pinza" pensando en algo y no he tenido más remedio que hablar sobre ello. Todo ha surgido esperando el autobús. La gente andaba por la calle a toda prisa mirando al frente o al móvil mientras los coches se enzarzaban en disputas por el mejor hueco en el semáforo. Inmediatamente, me ha venido a la mente qué pensaría alguien que llegara por primera vez aquí y viera cómo nos comportamos. 

Yo, con Madrid, tengo una relación amor-odio que me durará mientras viva. He nacido aquí y me he criado en un barrio céntrico de la ciudad, pero a la vez he disfrutado de poder salir de la ciudad todos los fines de semana y estar más cerca de la montaña y de un ambiente tranquilo. Por un lado, me gusta tener todo tipo de servicios cerca, pero por el otro, no aguanto los espacios reducidos con mucha gente (cosa que en Madrid ocurre a menudo, en el Metro, el autobús, en un centro comercial, en el cine, en cualquier bar...). Sin ir más lejos, mis amigos no entran en bares con poca gente porque les da la sensación de que no será bueno. Para mucha gente, los mejores son los que tienen tres filas de personas delante de la barra para pedir una ración. Si malos no serán, pero no los aguanto.

En fin, me he puesto a buscar por la red tópicos madrileños y me he sorprendido de comprobar que, en el fondo, muchos son ciertos.

1.- Los madrileños somos unos chulos.
Cierto. En dos aspectos, en la forma de hablar y en cómo vamos por la vida cuando salimos de Madrid. Algunos madrileños, sobre todo mayores, tienen ese acento "chulapo" de la "Verbena de la Paloma", que a mí me resulta encantador. Los no tan mayores, sobre todo usamos una forma de hablar un tanto "macarra". Esto, añadido a que nos movemos por el resto de España como si fuéramos los "Masters del Universo", porque todo lo tenemos más grande y mejor en Madrid, hace que nuestra imagen sea de eso, de chulos. Es una imagen que dentro de Madrid no creo que sea tan real, pero fuera, sí.


3.- Conducimos muy agresivamente.
Cierto. Cualquiera que haya circulado a 110 por la M-30 antes de las obras, y haya tenido que aprender a cruzar tres carriles de golpe para llegar a su salida, sabe que o se lanza, o no sale (y si no sales en tu salida, perderás 10 minutos dando vueltas por algún barrio desconocido hasta recuperar tu rumbo). Esto también es aplicable a cualquier nudo dentro de la ciudad donde nos encontramos 4 carriles para cuatro destinos distintos (por ejemplo, si coges el túnel por error, acabas en la carretera de la Coruña, y vete a saber cuál es la mejor salida para volver a Madrid). Nuestra forma de conducir, por muy tranquilo que sea uno, es pura necesidad. Lo malo es, que cuando llegamos a otra ciudad y vemos un sitio para aparcar en el lado opuesto de la calzada, somos capaces de cualquier cosa para llegar a él antes que nadie. Una vez orgullosos de haber aparcado haciendo una bonita pirula, caemos en la cuenta de que tanto a un lado como a otro, había sitio de sobra.




4.- Pensamos que no tenemos acento.
Cierto. El estar en el centro de las dos Castillas nos hace pensar que también nuestro acento es neutro y que se va incrementando progresivamente según el punto kilométrico de la carretera de turno. Por la A1, llegaremos al acento vasco, por la A2, pasamos por el aragonés y terminamos en el catalán. Por la A4, andaluz y por la A5 el extremeño y portugues, por la A6 el gallego... Por la A3 no notamos nada, ya que todo Madrid se ha desplazado allí y nos sentimos como en casa. En serio, cualquiera que nos oye nos reconoce al momento. Tendría que darnos la pista de que neutro, neutro, no es. Pues no,"ej que" ni por esas.

5.- Siempre decimos que el agua de Madrid es la mejor del mundo.
Cierto. Tenemos nuestro paladar acostumbrado al agua que sale del grifo, que no es mala (tampoco la mejor) y en los bares y restaurantes no pedimos agua embotellada (nos sabe peor). Cuando salgo a cualquier otra ciudad, sin darme cuenta también me voy a los grifos a beber. Acto seguido, me doy cuenta de que no me sabe igual, pero si no está mala, sigo bebiendo. Pasados unos días, mi estómago empieza a rebelarse y aunque empiece con el agua mineral, ya no hay nada que hacer. Estoy deseando beber la rica agua que sale de mi grifo.



6.- Cuando saludamos decimos "¡Hasta luego!"
Cierto. Hasta que una amiga extranjera me lo dijo, no había caído en la cuenta de que era así. Me decía que cuando nos cruzamos con alguien, directamente nos despedimos diciendo "¡Hasta luego!", sin dar oportunidad alguna al diálogo. Tengo que reconocer que yo lo hago. Cuando me cruzo con alguien, aunque no tenga tanta prisa, pero tengo ganas de pararme para charlar, suelto el "hasta luego". Esto resulta mejor que mirar en dirección contraria como si no le hubieras visto y no hay necesidad de pararse. He de decir que el receptor de mi saludo creo que lo agradece, levantando la mano y diciendo exactamente lo mismo: "¡Hasta luego!



7.- Siempre llegamos tarde cuando quedamos con amigos.
Cierto. Si has quedado a las 9 en la puerta del metro de Alonso Martínez con tus amigos, lo más probable es que si te presentas a las 9 seas el primero en llegar. Lo normal es llegar entre las 9 y diez y las 9 y media. Sin exagerar. Cuando son y media y el último no ha llegado, "empezamos a pensar" dónde vamos. En tanto se piensa, ya parecerá el último. El motivo no es únicamente que el metro se haya parado 10 minutos entre dos estaciones o que no hayas encontrado sitio para aparcar, que también, sino que es una costumbre habitual. A ciertas personas, hay que mentirles y decirles que se queda a las 8 y media para que aparezcan más o menos a las 9 y media.



8.- Medimos las distancias en tiempo.
Cierto. Dentro de Madrid, no es lo mismo ir a la Plaza de Castilla en coche, en Metro, en autobús o en el Cercanías. La distancia no es lo importante. Lo importante es cuánto tiempo te va a costar llegar hasta allí. Esa es otra de las razones por las que siempre llegamos tarde, necesitamos ser optimistas y pensar que se tarda menos en llegar, porque si no, no saldríamos de casa. 

Lo mismo ocurre cuando salimos de la ciudad. Madrid y el resto de localidades de la Comunidad forman un nudo complejo de carreteras, circunvalaciones, trenes, metros, metros ligeros, interurbanos...por el que nos movemos constantemente. Tengo una amiga en Alcobendas y tardo menos en ir a su casa, que en ir a mi hospital de referencia en el barrio de Moncloa, aunque vaya en coche. ¿Para qué me sirve saber a cuántos kilómetros está cada cosa?

9.- No aguantamos a la gente que funciona despacio
El mundo laboral en las empresas madrileñas es bastante competitivo. Cuando buscas un servicio, sin buscar mucho encuentras a diez empresas dispuestas hacerlo. Si has tenido una mala experiencia con una, a la siguiente vez buscas otra y ya está. Eso también se traduce en que si tú eres parte de una empresa, tienes que ser muy diligente para no perder a tus clientes. La consecuencia es que cada vez se demanda más inmediatez, y quien no puede llevar el ritmo, se queda fuera. Por ese mismo motivo, cuando salimos fuera de Madrid y nos encontramos con alguien que no hace tres cosas a la vez, nos tiramos de los pelos impotentes esperando a que termine de hacer una cosa y se ponga con la siguiente.

Por otro lado, somos capaces de enfrentarnos impasibles ante largas colas. Eso sí, tenemos claro que, cualquier gestión administrativa, ha de terminarse antes de las once. Si llegas a un organismo oficial a las 9 y media de la mañana y tienes 20 personas delante, probablemente no tardes más de media hora en hacer tu gestión. En cambio, si llegas a partir de las 10 y media, ya puedes darte por perdido. Los funcionarios empiezan a desaparecer de sus mesas para tomarse el café y fácil tienes una hora por delante hasta llegar a la ventanilla. Eso sí, no te olvides de llevar todos los papeles y más, porque si falta algo, has perdido el día.

10.- Aquí no hay madrileños de verdad.
A ver, considerando madrileño a alguien con sus 4 abuelos nacidos en Madrid, creo que haberlos, hailos, pero no sé dónde. Puedes llegar a encontrarte con alguien que tenga una rama más de Madrid que la otra. Lo bueno, es que cuando preguntamos a nuestros amigos dónde pasarán las vacaciones, todos tienen pueblo. El pueblo de mis abuelos, de mi madre...muchos tienen hasta dos pueblos donde elegir. Nos seguimos considerando madrileños porque, cuando llegamos al pueblo, los vecinos nos ven como perros verdes y no paran de recordarnos que somos de Madrid. Así que finalmente te das cuenta de que no encajas en otro sitio. Si vives en Madrid, eres de Madrid.



11.- Somos como una plaga cuando hay un puente o estamos de vacaciones. 
Es inevitable. Actualmente vivimos en la Comunidad de Madrid 6 millones y medio de personas estresadas y deseosas de abandonar nuestro particular infierno diario a la menor oportunidad. Cuando hay posibilidad de coger un puente después de 2 meses y medio sin un triste día festivo, aunque truene, cogemos el coche y salimos disparados. La mayoría se va a las playas de Valencia y allí se encuentra inevitablemente con sus vecinos o compañeros de trabajo. El resto, a hacer turismo rural y escapar del ruido de la ciudad. Vayas donde vayas, te encontrarás madrileños comparando lo que vean con su amada-odiada ciudad.



Así que, si en vuestro pueblo o ciudad aparece de repente una marabunta de madrileños, sed comprensivos con nosotros. Vivimos en una burbuja llena de gente, ruido, obras, coches y estrés, donde estamos constantemente luchando por llegar a tiempo. Nos cuesta desconectar y no nos damos cuenta de que resultamos algo perturbadores.



A mí me encanta salir de aquí y ver cómo se puede vivir más tranquilo. Si pudiera...pero no, al final echaría de menos esto. 






martes, 26 de mayo de 2015

Buscándome en la red



El otro día, una amiga que tiene una página web profesional me llamó para que la googleara, porque no estaba segura de realmente en qué posición salía su página. Descubrimos que a ella le salía en primera página, pero que a mí, que no tenía relación alguna con su página, me aparecía en la página 5 de resultados. El buscador la había colocado para ella en una posición más destacada de lo que realmente estaba para el resto de personas. 

Últimamente, con aquello de las "idas de pinza" he estado dándole vueltas a cómo funcionan las búsquedas por internet. ¿Por qué? Pues muy sencillo. Estoy teniendo visitas en el blog (que yo pensaba que nadie iba a leer jamás de los jamases) y he comenzado a preguntarme...¿Cómo me han encontrado?

Para hacer la prueba, lo primero que hice fue "googlear" mi nombre. Todos lo hemos hecho alguna vez, aunque sea por la curiosidad de saber qué aparece. Después buscas a tu familia cercana, por aquello del apellido, a tus padres, primos...y finalmente empiezas a cotillear si aparece algún compañero de colegio, amistades, en fin, puedes tirarte toda la tarde. Finalmente te das cuenta de que lo primero y prácticamente único que sale de tí es tu perfil de Facebook y, si lo tienes, el de LinkedIn. De algunos amigos aparecen documentos públicos, resultados de partidos de fútbol de su barrio, o si son socios de alguna empresa. Interesante...pero no es lo que ahora me interesa.

El paso siguiente fue poner en buscador alguna de mis entradas. 1ª página de resultados, nada, 2ª, 3ª,...10ª, nada. En la página 45 dejé de buscar. Ya hace bastante tiempo que uso internet (desde la época de los pitiditos), los buscadores y las palabras clave. Pues, con toda esa experiencia y buenos resultados a mis espaldas, algo se me está escapando.

No he podido tampoco evitar cotillear ese apartado tan chulo que tengo de "estadísticas" en el blog. Es estupendo, vienen estadísticas por entradas, por días, por sistemas operativos...Resulta que he registrado este último mes unas 100 visitas, la mayoría desde Estados Unidos. ¡He cruzado el charco! 

Volviendo a la realidad, sospecho que la mayoría de estas visitas han sido hechas por pura casualidad, pero no dejo de preguntarme cómo han conseguido encontrarme, así que desde aquí, sólo me queda pedir a quien lea esto que por favor, ME SAQUE DE DUDAS Y DEJE UN PEQUEÑO COMENTARIO.

Por cierto, como este blog no va de nada en particular, si hay algo que os ha gustado o algo que no, no dudéis en decirlo. 

Gracias ciberespacio!





jueves, 21 de mayo de 2015

España y los horarios imposibles

Antes de continuar leyendo debéis saber que nunca he vivido fuera de España y que de lo que ocurre en otros países sólo tengo lejanas referencias. "Spain is different", lo he oido mil veces. Si pero, ¿A qué precio?

Mi horario actualmente no es el que voy a describir ahora, porque he tenido la suerte de poder "adaptarlo" un poco a mis necesidades, pero en el pasado sí ha sido así.

- Levantarme a eso de las 8 para preparar el desayuno mío y de la niña y desayunar durante media hora (esto es una obligación que me he impuesto yo misma para hacer un desayuno más completo y relajado). El resto de mortales, generalmente se toma un café y andando.

- La niña entra en la guardería a las 10 (¡Toma ya!). Si quieres llevarla antes, tienes que pagar ese tiempo aparte. ¿Qué padres trabajadores se pueden permitir el lujo de llegar a su trabajo a las 10 y media? Buena forma de sacar pasta. En este caso me pude librar de pagar gracias a mi marido y sus "horarios más imposibles todavía" que algún día comentaré.

- Salgo de casa dejando a la niña más o menos lista a eso de las 9 y diez para coger el coche y llegar a la oficina a eso de las 9 y media (también tengo suerte en eso). Cafés de media mañana aparte, salgo a las 2 y media para comer.

- Hay que volver a eso de las 4 y media (dos horas perdidas), así que me planteo 3 opciones:
1. volver a casa gastando gasolina, comer a toda prisa y con la comida en la boca volver a coger el coche.
2. Gastarme unos 10€ en comer un menú por la zona, o hamburguesa, o chino...en general nada sano
3. Llevarme comida de casa y calentarla en el microondas. La hora y media que me sobra la utilizo en jugar a los marcianitos con el ordenador, porque no me da la gana trabajar, ya que no voy a poder salir antes. A veces se puede aprovechar para ir a la compra, pero no puedes comprar nada de nevera.

Utilizamos 2 horas de nuestro tiempo para las tres horas que quedan de jornada. Un despropósito.

- Mientras, a las 5 y media de la tarde la dueña cierra la guardería, así que alguien tiene que recogerla ya que ni mi marido ni yo estamos disponibles Vuelvo a tener suerte con las abuelas, pero mucha gente tiene que contratar a una niñera para que recoja a sus hijos y esté con ellos hasta que ellos llegan. Pasta, pasta y más pasta.

- A las 7 y media salgo de la oficina y me voy a recoger a la niña a casa de su abuela. A eso de las 8, según entramos por la puerta, me pongo a llenar la bañera para intentar que entre el baño y la cena se acueste a eso de las 9 (que nunca es posible)

Llevo 12 horas en danza y tengo la sensación de haber estado perdiendo el tiempo todo el día, ya que lo único productivo que he hecho es mi jornada de 8 horas. El resto, perdido en transportarme de un lado para otro y comer. ¿Cuánto tiempo he pasado con mi hija? ¿Cuánto me ha costado hoy el día entre gasolina y comida para poder ir a trabajar? ¿Cuánto tiempo he dedicado a la casa? ¿Y a mí misma?

La consecuencia directa de estas jornadas interminables y carísimas es que, no una ni dos, sino muchas madres han dejado de trabajar porque les sale más caro que llevar a sus hijos a la guardería. Otra opción es reducir la jornada (ganar menos). Otra opción son los abuelos y abuelas exclavizados criando nietos.

Sé que únicamente me estoy centrando en la jornada de una madre trabajadora pero, ¿Es esto normal? No paro de oir cómo en otros países la jornada laboral es continua. Si se sale de trabajar alrededor de las 5, hasta la hora de dormir, tienes tarde para aprovechar en lo que sea, tengas hijos o no.

Resulta que desde hace unos años, en verano se impone la jornada continua, y siempre que hablo con gente que puede disfrutar de ella, me dicen que están encantados. ¿Por qué tiene que terminarse cuando se acaba el verano? Ni idea. También hay muchas empresas que terminan el viernes al mediodía y no trabajan esa tarde. Todo el mundo está deseando salir más temprano de trabajar y aprovechar mejor el tiempo. En general, estoy notando que en muchas empresas se está adelantando la hora de salida a las 6 o 6 y media. Creo que no está todo perdido.

Por último y hablando del tiempo de ocio, ¿Quién es el ingeniero que pone las series, partidos y programas de Prime Time a las 10 y media de la noche? Cuando llegan las once, no puedo mantener los ojos abiertos.

Como decía aquel, "un poquito de por favor".

sábado, 16 de mayo de 2015

La enseñanza actual y cómo me desmoraliza


Hoy voy a hablar de algo que me está comiendo la moral desde hace tiempo, que es, cómo se plantea actualmente la enseñanza de los niños. Cuando yo era pequeña, crecí muy feliz y, probablemente por eso, tengo muchos recuerdos del colegio, de mis profesores y mis compañeros. El problema es que también, gracias a mis recuerdos, estoy constantemente comparando cómo eran las cosas entonces y cómo lo son ahora. Y me estoy desesperando. 

Este año mi hija está cursando 2º de Primaria, y claro, para mí es como estar cursando 2º de EGB. Primer error. Para empezar, no veo que el nivel exigido se parezca ni de lejos a lo que a mí se me exigía entonces. Esto no es de extrañar, ya que desde la etapa de Infantil (de 3 a 6 años), he ido viendo cómo pasaban los cursos y la niña no aprendía ni a leer correctamente. Al empezar el curso de 3 años, la directora de su colegio de Infantil nos dio una charla sobre cómo planteaba ella el aprendizaje de la lectura, en el que los niños seguían un ritmo independiente unos de otros y a cada uno le llegaba el momento de aprender. Nos hizo mucho hincapié en que no interfiriéramos en esto y dejáramos que se encargara ella misma de hacerles progresar. Durante dos cursos seguí esta premisa, pero veía que la niña no tenía el menor interés por la lectura y claro, no leía. Sus notas, sin embargo eran excelentes y al parecer tenía los conocimientos exigidos para su edad. Cuando se acercaba el final de 3º de Infantil, comprobé cómo había mejorado poco en su lectura y sólo era capaz de escribir algunas palabras con una letra horrible. 

En ese momento, decidí que tenía que dejar de lado las recomendaciones de no interferir y que, cuando mi hija entrara en 1º de Primaria en su nuevo colegio, como mínimo debía saber leer y escribir con algo de soltura. Así que, cogí el tercer tomo del libro del colegio, que había dejado a medias, y me propuse que lo terminara por completo durante el verano. Entre sus abuelos, su tío y yo, estuvimos dedicando horas todos los días para que la niña terminara el libro y, gracias a eso, cuando empezó el nuevo curso, ya tenía una comprensión lectora que nos parecía suficiente para comenzar esta etapa. No tengo ni idea de cómo iban los demás niños, pero los 5 notables que sacó en el primer trimestre me parecieron algo impensable. Resulta que no iba tan retrasada como yo pensaba, sino que estaba al nivel que se esperaba de ella en lectura, escritura y cálculo.

Otro asunto es el tema de los libros y su planteamiento. Este año por ejemplo, entre libros de texto y cuadernillos de ejercicios hemos comprado un total de 23 volúmenes (6 para Matemáticas, 6 para Lengua, 5 para Inglés, 2 de Música, 2 de Religión, 1 de Conocimiento del medio, 1 de Educación Artística y gracias a Dios, ninguno de Educación Física). Unos trescientos euros de nada. Al forrarlos, ya el año pasado tuve la oportunidad de echarles un vistazo y, claro, lo comprendí. Todos estos libros y cuadernillos se basan en una cantidad ingente de ejercicios con dibujos, líneas para escribir y recuadros en los que al niño, sólo se le pide colorear, rellenar algo escrito (un par de palabras), y escribir algún número en los recuadros. Al ser tantos ejercicios por tema, estoy convencida de que los niños se pasan el día entero con estas "fichas" y a los profesores no les da tiempo a dedicarse a la enseñanza de verdad. Los niños aprenden a rellenar estos ejercicios como si fueran robots y claro, esto no les estimula mucho.

Volviendo a mis recuerdos, me parece que a su edad, yo tenía unos tres libros y un cuadernillo tamaño cuartilla (de líneas o de cuadrícula) en blanco para cada asignatura. El profesor de ese curso nos enseñaba en la pizarra cómo se resolvían los ejercicios y después nos los dictaba o ponía las cuentas en la pizarra para copiarlas. El tener que escribir los enunciados de los ejercicios aumentaba nuestra destreza en la escritura, y el tener el espacio en blanco para resolverlos, nos hacía tener que poner los datos y también escribir las operaciones necesarias para llegar al resultado. Después, alguien salía a la pizarra, lo resolvía y los demás comprobábamos en qué nos habíamos equivocado. 

Durante este curso, hemos comenzado a tener deberes en casa. Yo no recuerdo tener deberes con esta edad, pero claro, si tenemos en cuenta la cantidad de libros para rellenar no queda más remedio que hacer algo en casa. El primer día que mi hija trajo un problema clásico tipo "enunciado" y "espacio en blanco", la pobre no sabía por dónde empezar. Al no ver sus "formularios rellenables" donde ir poniendo sus datos, le entró el pánico. Empezó a decir que no tenía ni idea de cómo hacerlo, y era cierto. Le tuve que enseñar yo misma cómo resolverlo: primero tienes que poner los datos del problema, después tienes que poner las operaciones que necesitas hacer y resolverlas y, finalmente, poner el resultado destacado. Actualmente ya sabe cómo se escriben los problemas, pero sigue sin querer "pensar" para resolverlos. Yo misma me estoy encargando de que aprenda a sacar los datos necesarios y que aprenda a saber qué operaciones necesita. 

También me estoy encargando de que aprenda a escribir. Me paso el día borrando esa letruja infernal que aprendió a escribir en la Escuela Infantil y haciendo pequeñas planas con ella de algunas letras que nunca supo cómo ejecutar. No quiero meterme con los profesores, que bastante presión tienen ya con cumplir los objetivos que les marcan, pero últimamente tengo la sensación de que la que está enseñando a mi hija soy yo, tarde tras tarde. Tardes que, a su edad, yo dedicaba a jugar con mis muñecas o a salir al parque. 

Estoy empezando a asustarme, porque esto no tiene pinta de mejorar, y lo siguiente que me va a tocar enseñarle es a "estudiar" los temas de los libros que tenga próximamente. Sólo veo un lado positivo a todo esto, el poder realizar esa vocación que tuve toda la vida de ser profesora. Eso sí, si la niña al final no sale adelante, también me sentiré responsable. Creo que tendré mucha suerte si consigo que mi hija tenga una mínima cultura general, un nivel decente de comprensión lectora y que sea capaz de escribir con cierta soltura. Sospecho, que tendré que trabajarlo yo misma. 

Siento que me falta mucho por decir de este actual sistema de enseñanza (el inglés, por ejemplo), pero en el fondo, sería redundar en lo mismo. Alguno pensará que todos estos problemas vienen porque mi hija no tiene la capacidad suficiente. Yo lo pensaría. Como lo explico...a ver, es bastante inteligente, lo suficiente como para pensar que no le hace falta esforzarse lo más mínimo para conseguir cualquier objetivo, pero no lo suficiente como para pensar que ciertas cosas hay que aprenderlas con esfuerzo y práctica (como los instrumentos musicales). Con dos años me dijo que para que su camión fuera más rápido, sólo tenía que quitarle la carga. Puede...pero no quiere, y estimular su interés es algo que también me voy a tener que currar.

Prometo que el próximo no será tan serio. Buen fin de semana. 









viernes, 15 de mayo de 2015

Los cumpleaños infantiles

Hace un par de días vivía yo felizmente hasta que, sin anestesia ni nada, aparece un sobrecito en la mochila de la niña. Ya los tengo bastante vistos, son pequeños y con un nombre escrito a mano en la parte exterior. Antes de abrirlo, sé lo que me voy a encontrar, una de esas tarjetitas preimpresas con globos de colores a un lado y en el otro el formulario que ha rellenado la madre (porque siempre es la madre quien se encarga de estas cosas). Ya no hay duda, invitación a un cumpleaños para dentro de tres días.

Antes de ser madre pensaba que los cumpleaños en época escolar se celebraban dando al niño una bolsa de caramelos (actualmente serían sin gluten y sin nada que pueda causar cualquier tipo de alergia) para que reparta entre los compañeros de la clase y, luego en casa, invitando a una "merendola" a unos pocos amigos del homenajeado, soplando unas velas y recibiendo unos cuantos regalos. Pues resulta que no. La cosa no va así. Sólo hay que seguir unos sencillos pasos.

Ahora los cumpleaños se celebran invitando a todo un batallón de niños, que generalmente es la clase del colegio entera y, dependiendo de la época del año se celebra en un parque de bolas, un centro lúdico, un burger,...en fin, algún sitio donde aglutinar entre 20 y 30 niños durante un par de horas.

Inmediatamente después de descubrir el sobre lo que hay que hacer es ir a buscar el teléfono y mirar el whatsapp. En el grupo de madres de la clase (y muy poquitos padres, lo aseguro) en el que te has preocupado de incluirte en cuanto  ha empezado el curso escolar, ya hay 25 mensajes sin leer. Todas las madres están comprobando que, efectivamente, hay cumpleaños a la vista y están todos invitados. No siempre es así, como en este caso, y el dichoso niño ha invitado a todos menos a tres o cuatro, cuyas madres están el grupo de whatsapp, y buscan impotentes el sobrecito dentro de la mochila, pero no aparece. Entonces se crea una situación embarazosa para ella, ya que todas hablan del cumpleaños y ella tiene que decir que su hijo no va. Lo lógico es, que si la organizadora del cumpleaños sabe que no todos van, cree un grupo específico para esto y deje el grupo de la clase en paz. El niño y su madre no se sentirán apartados.

Pero el tema del whatsapp no termina aquí. Siempre hay una madre muy ocurrente que dice: "chicas, ¿Qué os parece si ponemos todas dinero y hacemos un regalo en común? Justo después, lluvia de respuestas: estupendo, genial, montón de dedos levantados, contad conmigo, y conmigo y conmigo...y así un rato. Y lo inevitable ¿Qué os parecen 5 € por niño? Y ahí empiezo a calentarme.

Una celebración de este tipo, si es en un parque de bolas, cuesta alrededor de 12 € por niño, que multiplicado por 20 niños, nos da un total de 240 €, tarta de cumpleaños aparte. Siempre se dice que cuando vas a una boda, lo mínimo que tienes que gastarte en el regalo es el coste del cubierto. Me parece que 5 míseros euros, no llegan ni a la mitad. El regalo, de unos 100 € estará bastante bien, pero sólo recibirá uno. Como no le guste...

Llega esa noche, a falta de dos días y nadie ha dado el paso.  El whatsapp se ha quedado mudo. Me parece que oigo a los grillos: cri-cri, cri-cri... A todos les parece muy bien lo de los 5 euros pero, ni la que propuso lo del dinero, se ofrece para ir a comprarlo. ¡Tendremos morro! Ya, ni en eso nos vamos a esforzar.

Esta mañana, una madre con conciencia, ha dado el paso. Palabras textuales: "bueno, ya que nadie dice nada, yo lo tengo un poco mal, pero intentaré mañana al mediodía ir al Corte Inglés a comprar el regalo. Si alguien se ofrece no hay problema". De pronto, el whatsapp ha vuelto a revivir: gracias, eres un sol, estupendo, genial.

La celebración es mañana y para nosotras, las madres de los niños, no nos queda nada más que ir, dejar a nuestro hijo, pagar los 5 €, irnos a donde nos dé la gana y, dos horas después volver para recogerle. Siguiendo estos sencillos pasos, hemos pasado el trance del cumpleaños. Así, uno tras otro, vamos celebrándolos todos. Al final, acabas confundiendo unos con otros, es inevitable.

 Por un lado, me parece normal que las madres actuales, que trabajan fuera de casa y casi no tienen tiempo, no quieran meterse en el follón de organizar una pequeña celebración en casa, pero por el otro, me parece tan impersonal, que ni los niños se acuerdan de a qué cumpleaños van.

En esta ocasión, sólo me han dado tres días de margen y mi hija sólo se quedará un ratito, pero lo habitual es que no me incluya en lo del regalo conjunto y me vaya con mi hija a una tienda de juguetes. Le pregunto cómo es el niño que va a celebrar el cumpleaños y le hago pensar en qué regalo podría hacerle ilusión. Suelo gastarme entre 12 y 15 €, en algo de Spiderman, Playmobil, Pinypon, Princesas...y mi hija se encarga de entregar al niño su regalo personalmente y ver su reacción al abrirlo. Lo normal es que acierte y el cumpleañero quiera inmediatamente abrir la caja para empezar a jugar con él. A nosotras ésto, nos hace más ilusión. Por lo menos se personaliza un poco.

Tengo la suerte o desgracia de que el cumpleaños de mi hija sea en verano. Hasta la fecha, he organizado todos los cumpleaños en el jardín de mi madre (también tengo esa suerte), adornando yo misma el jardín con globos y guirnaldas. También he puesto sandwiches, mediasnoches, gusanitos, patatas, tortilla, empanada...en fin, una gran merendola. Cada año invento un entretenimiento distinto para los niños. Un año fui hice juegos con ellos, otro año una animadora, otro año un pequeño castillo hinchable...Los padres, se quedan en casa también merendando, charlando y disfrutando de la reunión. Es bastante trabajoso, pero creo que merece la pena porque tanto mi hija, como sus invitados, están deseando que llegue el día.

Si fuera en invierno, creo que tampoco invitaría en casa. Tanto el cuarto de la niña como el salón son algo pequeños. Tampoco invitaría a toda la clase. Seguramente buscaría algún sitio donde pudiera reunirse con sus amigos más allegados.

Han pasado unos días del cumpleaños del compañero de clase de mi hija. Quedé gratamente sorprendida, porque aprovechando el buen tiempo, se llevó al retiro unas mesas, cosas para picar, sandwiches, minihamburguesas preparadas por ella...¡Una merendola! Además sus familiares se disfrazaron e hicieron juegos con los niños. Fue estupendo. A lo mejor están cambiando las tendencias...









jueves, 22 de mayo de 2014

Ahora me parece raro leer lo último que escribí "me han invitado a una página que se llama Facebook..."


He estado revisando las pocas entradas que hice cuando inauguré mi blog "una chica normal, ¿o no?" y lo primero que he hecho es cambiarle de nombre  porque es totalmente cierto: si no se ríe uno... Lo siguiente que he estado revisando ha sido lo que escribía a mis 33 añitos y  no me puedo creer que hayan pasado 6 años desde que me agregué al Facebook porque todavía sigo entrando cada día a ver qué se cuenta la gente (y a jugar un rato al Candy Crush, por supuesto)

Siempre quieres creer que eres un poco "distitnto a los demás". Te hace sentir importante. Lo cierto es que soy tan borrega como todo el mundo, porque subo mis fotos, le pincho al dichoso "me gusta", felicito a los cumpleañeros cada año, y juego a esos juegos: primero fue el acuario, luego la granja, después a las búsquedas y, finalmente al más universal, al Candy. Bueno, reconozco que ese no es el último, ya que me he quedado atascada en la pantalla cuatrocientos y pico y ahora fulmino pimientos en otro juego en lugar de caramelos. Lo peor de todo, es que ahora no sólo tengo mi ordenador fijo en la oficina y mi portátil en casa, sino que también tengo una Tablet que me regalaron cuando compré mi Smartphone y, como todo el mundo, no puedo evitar tener también instalado el Facebook en mis dispositivos móviles y tampoco puedo evitar tener instalado el también dichoso Whatsapp. Lo dicho, de "distinto a los demás" nada de nada. 

Como últimamente mis ojos no dan más de sí (como cuando jugaba al Tetris, el primer juego que me instalé en mi primer ordenador y que provocaba que soñara con fichas cayendo...no digáis que no os ha pasado), he pensado que tengo que desintoxicarme un poco de todo esto y volver a retomar una de las cosas que mas me gusta hacer, escribir. Y paradójicamente, escribir en una página que está colgada en internet es un gesto mucho más privado que cualquier otra cosa que haga durante el resto del día.

Ayer me volvieron a asaltar en el wasap. Ahora, sin comerlo ni beberlo, tengo un grupo con las madres de los compañeros de clase de mi hija, a la que ni siquiera dejo acercarse a mi teléfono. Resulta que también tengo que contribuir a comprar un regalo a la profesora de la niña cuando se incorpore de su descanso por maternidad. Ya vamos soltando pasta...

Pero esto no es nada. El otro día me mandó un mensaje alguien de la que no había oído hablar en mi vida y que resultó ser la amiga de mi cuñada (que se casará este verano) y está organizando su despedida de soltera, así que ahora voy a pagar a un bonito curso de repostería, con un bonito delantal serigrafiado, una cena con un grupo del que solo conozco a dos personas, y para más "inri" hay que arreglar mi casa de arriba a abajo porque tendré que alojar a su prima ese fin de semana y que así mi cuñada no sospeche de la sorpresa que la estamos preparando. Seguimos soltando pasta...

Vamos, que si alguien piensa que tiene una buena tarifa de fibra y otra buena tarifa de datos móviles, que se entere de una vez, SIEMPRE PAGAS. 

Y es que, si no estás conectado, actualmente eres un raro y, si eres como yo, que se te acaba la batería y no la recargas hasta el día siguiente, o si no tienes el móvil a mano dentro de casa, o si cuando te has acordado de cargarlo te lo dejas en casa, resulta que te cae la del pulpo porque nadie puede localizarte (aunque no sea cierto, ya que estoy siempre localizable en el fijo de la oficina o en el fijo de en mi casa). Claro que no he podido aceptar el evento en el Facebook o no he contestado a un mensaje que supones que voy a leer inmediatamente. Es lógico. ¿o no? 

¡Qué a gusto me he quedado! Ya sé que no ha sido muy divertido, pero necesitaba explayarme y, como nadie leerá esto...

martes, 15 de julio de 2008

Darse a conocer

Hace unos días una amiga me invitó a hacerme amiga suya en el Facebook. Este es un portal donde la gente se da de alta insertando una foto y algunos datos personales y puede hablar con otros amigos que también estén en el portal y también contactar con sus amigos.

Al principio dije, ufff, con lo cortada que soy para estas cosas..., pero al final me dí de alta y mirando un poco empecé a encontrar gente de la que no sabía hacía mucho tiempo.

La verdad es que me cuesta un poco enviar un mensaje a alguien a quien no ves desde la facultad: ¿Qué le digo? ¿Creo que te conozco? ¿Te acuerdas de mí? ¡Qué vergüenza! Al final vencí mis miedos y envié un mensaje a un compañero de pupitre en en Instituto. !Me contestó! Me hizo mucha ilusión. Tiene mujer, niños y vive en otra ciudad.

Había visto a otra chica de la que me acordaba, pero nunca habíamos sido muy cercanas, y eso que compartimos instituto y facultad. Resulta que fue ella la que me mandó el mensaje. También la he contestado.

Finalmente, creo que tendré algún amigo, a pesar de mi timidez. Exponerse siempre es difícil, pero si no arriesgas, tampoco obtienes beneficios. No está mal darse a conocer.