martes, 26 de mayo de 2015

Buscándome en la red



El otro día, una amiga que tiene una página web profesional me llamó para que la googleara, porque no estaba segura de realmente en qué posición salía su página. Descubrimos que a ella le salía en primera página, pero que a mí, que no tenía relación alguna con su página, me aparecía en la página 5 de resultados. El buscador la había colocado para ella en una posición más destacada de lo que realmente estaba para el resto de personas. 

Últimamente, con aquello de las "idas de pinza" he estado dándole vueltas a cómo funcionan las búsquedas por internet. ¿Por qué? Pues muy sencillo. Estoy teniendo visitas en el blog (que yo pensaba que nadie iba a leer jamás de los jamases) y he comenzado a preguntarme...¿Cómo me han encontrado?

Para hacer la prueba, lo primero que hice fue "googlear" mi nombre. Todos lo hemos hecho alguna vez, aunque sea por la curiosidad de saber qué aparece. Después buscas a tu familia cercana, por aquello del apellido, a tus padres, primos...y finalmente empiezas a cotillear si aparece algún compañero de colegio, amistades, en fin, puedes tirarte toda la tarde. Finalmente te das cuenta de que lo primero y prácticamente único que sale de tí es tu perfil de Facebook y, si lo tienes, el de LinkedIn. De algunos amigos aparecen documentos públicos, resultados de partidos de fútbol de su barrio, o si son socios de alguna empresa. Interesante...pero no es lo que ahora me interesa.

El paso siguiente fue poner en buscador alguna de mis entradas. 1ª página de resultados, nada, 2ª, 3ª,...10ª, nada. En la página 45 dejé de buscar. Ya hace bastante tiempo que uso internet (desde la época de los pitiditos), los buscadores y las palabras clave. Pues, con toda esa experiencia y buenos resultados a mis espaldas, algo se me está escapando.

No he podido tampoco evitar cotillear ese apartado tan chulo que tengo de "estadísticas" en el blog. Es estupendo, vienen estadísticas por entradas, por días, por sistemas operativos...Resulta que he registrado este último mes unas 100 visitas, la mayoría desde Estados Unidos. ¡He cruzado el charco! 

Volviendo a la realidad, sospecho que la mayoría de estas visitas han sido hechas por pura casualidad, pero no dejo de preguntarme cómo han conseguido encontrarme, así que desde aquí, sólo me queda pedir a quien lea esto que por favor, ME SAQUE DE DUDAS Y DEJE UN PEQUEÑO COMENTARIO.

Por cierto, como este blog no va de nada en particular, si hay algo que os ha gustado o algo que no, no dudéis en decirlo. 

Gracias ciberespacio!





jueves, 21 de mayo de 2015

España y los horarios imposibles

Antes de continuar leyendo debéis saber que nunca he vivido fuera de España y que de lo que ocurre en otros países sólo tengo lejanas referencias. "Spain is different", lo he oido mil veces. Si pero, ¿A qué precio?

Mi horario actualmente no es el que voy a describir ahora, porque he tenido la suerte de poder "adaptarlo" un poco a mis necesidades, pero en el pasado sí ha sido así.

- Levantarme a eso de las 8 para preparar el desayuno mío y de la niña y desayunar durante media hora (esto es una obligación que me he impuesto yo misma para hacer un desayuno más completo y relajado). El resto de mortales, generalmente se toma un café y andando.

- La niña entra en la guardería a las 10 (¡Toma ya!). Si quieres llevarla antes, tienes que pagar ese tiempo aparte. ¿Qué padres trabajadores se pueden permitir el lujo de llegar a su trabajo a las 10 y media? Buena forma de sacar pasta. En este caso me pude librar de pagar gracias a mi marido y sus "horarios más imposibles todavía" que algún día comentaré.

- Salgo de casa dejando a la niña más o menos lista a eso de las 9 y diez para coger el coche y llegar a la oficina a eso de las 9 y media (también tengo suerte en eso). Cafés de media mañana aparte, salgo a las 2 y media para comer.

- Hay que volver a eso de las 4 y media (dos horas perdidas), así que me planteo 3 opciones:
1. volver a casa gastando gasolina, comer a toda prisa y con la comida en la boca volver a coger el coche.
2. Gastarme unos 10€ en comer un menú por la zona, o hamburguesa, o chino...en general nada sano
3. Llevarme comida de casa y calentarla en el microondas. La hora y media que me sobra la utilizo en jugar a los marcianitos con el ordenador, porque no me da la gana trabajar, ya que no voy a poder salir antes. A veces se puede aprovechar para ir a la compra, pero no puedes comprar nada de nevera.

Utilizamos 2 horas de nuestro tiempo para las tres horas que quedan de jornada. Un despropósito.

- Mientras, a las 5 y media de la tarde la dueña cierra la guardería, así que alguien tiene que recogerla ya que ni mi marido ni yo estamos disponibles Vuelvo a tener suerte con las abuelas, pero mucha gente tiene que contratar a una niñera para que recoja a sus hijos y esté con ellos hasta que ellos llegan. Pasta, pasta y más pasta.

- A las 7 y media salgo de la oficina y me voy a recoger a la niña a casa de su abuela. A eso de las 8, según entramos por la puerta, me pongo a llenar la bañera para intentar que entre el baño y la cena se acueste a eso de las 9 (que nunca es posible)

Llevo 12 horas en danza y tengo la sensación de haber estado perdiendo el tiempo todo el día, ya que lo único productivo que he hecho es mi jornada de 8 horas. El resto, perdido en transportarme de un lado para otro y comer. ¿Cuánto tiempo he pasado con mi hija? ¿Cuánto me ha costado hoy el día entre gasolina y comida para poder ir a trabajar? ¿Cuánto tiempo he dedicado a la casa? ¿Y a mí misma?

La consecuencia directa de estas jornadas interminables y carísimas es que, no una ni dos, sino muchas madres han dejado de trabajar porque les sale más caro que llevar a sus hijos a la guardería. Otra opción es reducir la jornada (ganar menos). Otra opción son los abuelos y abuelas exclavizados criando nietos.

Sé que únicamente me estoy centrando en la jornada de una madre trabajadora pero, ¿Es esto normal? No paro de oir cómo en otros países la jornada laboral es continua. Si se sale de trabajar alrededor de las 5, hasta la hora de dormir, tienes tarde para aprovechar en lo que sea, tengas hijos o no.

Resulta que desde hace unos años, en verano se impone la jornada continua, y siempre que hablo con gente que puede disfrutar de ella, me dicen que están encantados. ¿Por qué tiene que terminarse cuando se acaba el verano? Ni idea. También hay muchas empresas que terminan el viernes al mediodía y no trabajan esa tarde. Todo el mundo está deseando salir más temprano de trabajar y aprovechar mejor el tiempo. En general, estoy notando que en muchas empresas se está adelantando la hora de salida a las 6 o 6 y media. Creo que no está todo perdido.

Por último y hablando del tiempo de ocio, ¿Quién es el ingeniero que pone las series, partidos y programas de Prime Time a las 10 y media de la noche? Cuando llegan las once, no puedo mantener los ojos abiertos.

Como decía aquel, "un poquito de por favor".

sábado, 16 de mayo de 2015

La enseñanza actual y cómo me desmoraliza


Hoy voy a hablar de algo que me está comiendo la moral desde hace tiempo, que es, cómo se plantea actualmente la enseñanza de los niños. Cuando yo era pequeña, crecí muy feliz y, probablemente por eso, tengo muchos recuerdos del colegio, de mis profesores y mis compañeros. El problema es que también, gracias a mis recuerdos, estoy constantemente comparando cómo eran las cosas entonces y cómo lo son ahora. Y me estoy desesperando. 

Este año mi hija está cursando 2º de Primaria, y claro, para mí es como estar cursando 2º de EGB. Primer error. Para empezar, no veo que el nivel exigido se parezca ni de lejos a lo que a mí se me exigía entonces. Esto no es de extrañar, ya que desde la etapa de Infantil (de 3 a 6 años), he ido viendo cómo pasaban los cursos y la niña no aprendía ni a leer correctamente. Al empezar el curso de 3 años, la directora de su colegio de Infantil nos dio una charla sobre cómo planteaba ella el aprendizaje de la lectura, en el que los niños seguían un ritmo independiente unos de otros y a cada uno le llegaba el momento de aprender. Nos hizo mucho hincapié en que no interfiriéramos en esto y dejáramos que se encargara ella misma de hacerles progresar. Durante dos cursos seguí esta premisa, pero veía que la niña no tenía el menor interés por la lectura y claro, no leía. Sus notas, sin embargo eran excelentes y al parecer tenía los conocimientos exigidos para su edad. Cuando se acercaba el final de 3º de Infantil, comprobé cómo había mejorado poco en su lectura y sólo era capaz de escribir algunas palabras con una letra horrible. 

En ese momento, decidí que tenía que dejar de lado las recomendaciones de no interferir y que, cuando mi hija entrara en 1º de Primaria en su nuevo colegio, como mínimo debía saber leer y escribir con algo de soltura. Así que, cogí el tercer tomo del libro del colegio, que había dejado a medias, y me propuse que lo terminara por completo durante el verano. Entre sus abuelos, su tío y yo, estuvimos dedicando horas todos los días para que la niña terminara el libro y, gracias a eso, cuando empezó el nuevo curso, ya tenía una comprensión lectora que nos parecía suficiente para comenzar esta etapa. No tengo ni idea de cómo iban los demás niños, pero los 5 notables que sacó en el primer trimestre me parecieron algo impensable. Resulta que no iba tan retrasada como yo pensaba, sino que estaba al nivel que se esperaba de ella en lectura, escritura y cálculo.

Otro asunto es el tema de los libros y su planteamiento. Este año por ejemplo, entre libros de texto y cuadernillos de ejercicios hemos comprado un total de 23 volúmenes (6 para Matemáticas, 6 para Lengua, 5 para Inglés, 2 de Música, 2 de Religión, 1 de Conocimiento del medio, 1 de Educación Artística y gracias a Dios, ninguno de Educación Física). Unos trescientos euros de nada. Al forrarlos, ya el año pasado tuve la oportunidad de echarles un vistazo y, claro, lo comprendí. Todos estos libros y cuadernillos se basan en una cantidad ingente de ejercicios con dibujos, líneas para escribir y recuadros en los que al niño, sólo se le pide colorear, rellenar algo escrito (un par de palabras), y escribir algún número en los recuadros. Al ser tantos ejercicios por tema, estoy convencida de que los niños se pasan el día entero con estas "fichas" y a los profesores no les da tiempo a dedicarse a la enseñanza de verdad. Los niños aprenden a rellenar estos ejercicios como si fueran robots y claro, esto no les estimula mucho.

Volviendo a mis recuerdos, me parece que a su edad, yo tenía unos tres libros y un cuadernillo tamaño cuartilla (de líneas o de cuadrícula) en blanco para cada asignatura. El profesor de ese curso nos enseñaba en la pizarra cómo se resolvían los ejercicios y después nos los dictaba o ponía las cuentas en la pizarra para copiarlas. El tener que escribir los enunciados de los ejercicios aumentaba nuestra destreza en la escritura, y el tener el espacio en blanco para resolverlos, nos hacía tener que poner los datos y también escribir las operaciones necesarias para llegar al resultado. Después, alguien salía a la pizarra, lo resolvía y los demás comprobábamos en qué nos habíamos equivocado. 

Durante este curso, hemos comenzado a tener deberes en casa. Yo no recuerdo tener deberes con esta edad, pero claro, si tenemos en cuenta la cantidad de libros para rellenar no queda más remedio que hacer algo en casa. El primer día que mi hija trajo un problema clásico tipo "enunciado" y "espacio en blanco", la pobre no sabía por dónde empezar. Al no ver sus "formularios rellenables" donde ir poniendo sus datos, le entró el pánico. Empezó a decir que no tenía ni idea de cómo hacerlo, y era cierto. Le tuve que enseñar yo misma cómo resolverlo: primero tienes que poner los datos del problema, después tienes que poner las operaciones que necesitas hacer y resolverlas y, finalmente, poner el resultado destacado. Actualmente ya sabe cómo se escriben los problemas, pero sigue sin querer "pensar" para resolverlos. Yo misma me estoy encargando de que aprenda a sacar los datos necesarios y que aprenda a saber qué operaciones necesita. 

También me estoy encargando de que aprenda a escribir. Me paso el día borrando esa letruja infernal que aprendió a escribir en la Escuela Infantil y haciendo pequeñas planas con ella de algunas letras que nunca supo cómo ejecutar. No quiero meterme con los profesores, que bastante presión tienen ya con cumplir los objetivos que les marcan, pero últimamente tengo la sensación de que la que está enseñando a mi hija soy yo, tarde tras tarde. Tardes que, a su edad, yo dedicaba a jugar con mis muñecas o a salir al parque. 

Estoy empezando a asustarme, porque esto no tiene pinta de mejorar, y lo siguiente que me va a tocar enseñarle es a "estudiar" los temas de los libros que tenga próximamente. Sólo veo un lado positivo a todo esto, el poder realizar esa vocación que tuve toda la vida de ser profesora. Eso sí, si la niña al final no sale adelante, también me sentiré responsable. Creo que tendré mucha suerte si consigo que mi hija tenga una mínima cultura general, un nivel decente de comprensión lectora y que sea capaz de escribir con cierta soltura. Sospecho, que tendré que trabajarlo yo misma. 

Siento que me falta mucho por decir de este actual sistema de enseñanza (el inglés, por ejemplo), pero en el fondo, sería redundar en lo mismo. Alguno pensará que todos estos problemas vienen porque mi hija no tiene la capacidad suficiente. Yo lo pensaría. Como lo explico...a ver, es bastante inteligente, lo suficiente como para pensar que no le hace falta esforzarse lo más mínimo para conseguir cualquier objetivo, pero no lo suficiente como para pensar que ciertas cosas hay que aprenderlas con esfuerzo y práctica (como los instrumentos musicales). Con dos años me dijo que para que su camión fuera más rápido, sólo tenía que quitarle la carga. Puede...pero no quiere, y estimular su interés es algo que también me voy a tener que currar.

Prometo que el próximo no será tan serio. Buen fin de semana. 









viernes, 15 de mayo de 2015

Los cumpleaños infantiles

Hace un par de días vivía yo felizmente hasta que, sin anestesia ni nada, aparece un sobrecito en la mochila de la niña. Ya los tengo bastante vistos, son pequeños y con un nombre escrito a mano en la parte exterior. Antes de abrirlo, sé lo que me voy a encontrar, una de esas tarjetitas preimpresas con globos de colores a un lado y en el otro el formulario que ha rellenado la madre (porque siempre es la madre quien se encarga de estas cosas). Ya no hay duda, invitación a un cumpleaños para dentro de tres días.

Antes de ser madre pensaba que los cumpleaños en época escolar se celebraban dando al niño una bolsa de caramelos (actualmente serían sin gluten y sin nada que pueda causar cualquier tipo de alergia) para que reparta entre los compañeros de la clase y, luego en casa, invitando a una "merendola" a unos pocos amigos del homenajeado, soplando unas velas y recibiendo unos cuantos regalos. Pues resulta que no. La cosa no va así. Sólo hay que seguir unos sencillos pasos.

Ahora los cumpleaños se celebran invitando a todo un batallón de niños, que generalmente es la clase del colegio entera y, dependiendo de la época del año se celebra en un parque de bolas, un centro lúdico, un burger,...en fin, algún sitio donde aglutinar entre 20 y 30 niños durante un par de horas.

Inmediatamente después de descubrir el sobre lo que hay que hacer es ir a buscar el teléfono y mirar el whatsapp. En el grupo de madres de la clase (y muy poquitos padres, lo aseguro) en el que te has preocupado de incluirte en cuanto  ha empezado el curso escolar, ya hay 25 mensajes sin leer. Todas las madres están comprobando que, efectivamente, hay cumpleaños a la vista y están todos invitados. No siempre es así, como en este caso, y el dichoso niño ha invitado a todos menos a tres o cuatro, cuyas madres están el grupo de whatsapp, y buscan impotentes el sobrecito dentro de la mochila, pero no aparece. Entonces se crea una situación embarazosa para ella, ya que todas hablan del cumpleaños y ella tiene que decir que su hijo no va. Lo lógico es, que si la organizadora del cumpleaños sabe que no todos van, cree un grupo específico para esto y deje el grupo de la clase en paz. El niño y su madre no se sentirán apartados.

Pero el tema del whatsapp no termina aquí. Siempre hay una madre muy ocurrente que dice: "chicas, ¿Qué os parece si ponemos todas dinero y hacemos un regalo en común? Justo después, lluvia de respuestas: estupendo, genial, montón de dedos levantados, contad conmigo, y conmigo y conmigo...y así un rato. Y lo inevitable ¿Qué os parecen 5 € por niño? Y ahí empiezo a calentarme.

Una celebración de este tipo, si es en un parque de bolas, cuesta alrededor de 12 € por niño, que multiplicado por 20 niños, nos da un total de 240 €, tarta de cumpleaños aparte. Siempre se dice que cuando vas a una boda, lo mínimo que tienes que gastarte en el regalo es el coste del cubierto. Me parece que 5 míseros euros, no llegan ni a la mitad. El regalo, de unos 100 € estará bastante bien, pero sólo recibirá uno. Como no le guste...

Llega esa noche, a falta de dos días y nadie ha dado el paso.  El whatsapp se ha quedado mudo. Me parece que oigo a los grillos: cri-cri, cri-cri... A todos les parece muy bien lo de los 5 euros pero, ni la que propuso lo del dinero, se ofrece para ir a comprarlo. ¡Tendremos morro! Ya, ni en eso nos vamos a esforzar.

Esta mañana, una madre con conciencia, ha dado el paso. Palabras textuales: "bueno, ya que nadie dice nada, yo lo tengo un poco mal, pero intentaré mañana al mediodía ir al Corte Inglés a comprar el regalo. Si alguien se ofrece no hay problema". De pronto, el whatsapp ha vuelto a revivir: gracias, eres un sol, estupendo, genial.

La celebración es mañana y para nosotras, las madres de los niños, no nos queda nada más que ir, dejar a nuestro hijo, pagar los 5 €, irnos a donde nos dé la gana y, dos horas después volver para recogerle. Siguiendo estos sencillos pasos, hemos pasado el trance del cumpleaños. Así, uno tras otro, vamos celebrándolos todos. Al final, acabas confundiendo unos con otros, es inevitable.

 Por un lado, me parece normal que las madres actuales, que trabajan fuera de casa y casi no tienen tiempo, no quieran meterse en el follón de organizar una pequeña celebración en casa, pero por el otro, me parece tan impersonal, que ni los niños se acuerdan de a qué cumpleaños van.

En esta ocasión, sólo me han dado tres días de margen y mi hija sólo se quedará un ratito, pero lo habitual es que no me incluya en lo del regalo conjunto y me vaya con mi hija a una tienda de juguetes. Le pregunto cómo es el niño que va a celebrar el cumpleaños y le hago pensar en qué regalo podría hacerle ilusión. Suelo gastarme entre 12 y 15 €, en algo de Spiderman, Playmobil, Pinypon, Princesas...y mi hija se encarga de entregar al niño su regalo personalmente y ver su reacción al abrirlo. Lo normal es que acierte y el cumpleañero quiera inmediatamente abrir la caja para empezar a jugar con él. A nosotras ésto, nos hace más ilusión. Por lo menos se personaliza un poco.

Tengo la suerte o desgracia de que el cumpleaños de mi hija sea en verano. Hasta la fecha, he organizado todos los cumpleaños en el jardín de mi madre (también tengo esa suerte), adornando yo misma el jardín con globos y guirnaldas. También he puesto sandwiches, mediasnoches, gusanitos, patatas, tortilla, empanada...en fin, una gran merendola. Cada año invento un entretenimiento distinto para los niños. Un año fui hice juegos con ellos, otro año una animadora, otro año un pequeño castillo hinchable...Los padres, se quedan en casa también merendando, charlando y disfrutando de la reunión. Es bastante trabajoso, pero creo que merece la pena porque tanto mi hija, como sus invitados, están deseando que llegue el día.

Si fuera en invierno, creo que tampoco invitaría en casa. Tanto el cuarto de la niña como el salón son algo pequeños. Tampoco invitaría a toda la clase. Seguramente buscaría algún sitio donde pudiera reunirse con sus amigos más allegados.

Han pasado unos días del cumpleaños del compañero de clase de mi hija. Quedé gratamente sorprendida, porque aprovechando el buen tiempo, se llevó al retiro unas mesas, cosas para picar, sandwiches, minihamburguesas preparadas por ella...¡Una merendola! Además sus familiares se disfrazaron e hicieron juegos con los niños. Fue estupendo. A lo mejor están cambiando las tendencias...